Buena parte de la identidad de nosotros, los mexicanos, está constituida –entre otras cosas- por lecciones de historia que recibimos en la escuela, largos discursos que han desgastado el fervor patriótico, los héroes que a través de los años se han ido convirtiendo en estampas, monografías o ilustraciones en libros de texto y, cómo no decirlo, por el uso que de ellos y de ciertos episodios de la historia han hecho los gobiernos de México para consolidar a través de “La Historia Oficial”, una idea más o menos armónica y casi siempre equivocada, de lo que hoy somos los mexicanos.
En tiempos donde en aras del Bicentenario sólo se habla de la Independencia y la Revolución lo que conviene y donde lo que no, forma parte de un discurso demasiado intelectual como para que el ciudadano “de a pie” se interese o lo comprenda, urgía una obra de teatro que develara a uno de los personajes más controvertidos de la fundación de nuestro país: Agustín de Iturbide.
Esa obra se llama Horas de gracia y ha sido escrita de manera extraordinaria por Juan Tovar, uno de los creadores más respetado y elocuente del teatro mexicano contemporáneo.
El montaje, a cargo de la Compañía Nacional de Teatro, está espléndidamente dirigido por José Caballero y se ha estrenado en el marco del fmx-Festival de México.
Dice el lugar común que es imposible comprender el presente y divisar el futuro sin una visión del pasado y Horas de gracia, además de ser un gran texto dramático y una puesta en escena equilibrada y harto disfrutable, tiene a bien hacer el recuento de la historia desde un punto en el que le permite al espectador hacerse una idea bastante cercana a las razones y los antecedentes que hacen de México y los mexicanos lo que hoy somos. Estoy segura de que estamos frente a uno de los sucesos teatrales más importantes y trascendentes que sobrevivirá por mucho tiempo en nuestra memoria.
No se la pierda, de verdad.
Michelle Solano.
27 y 28 de marzo, Teatro Julio Castillo
fmx – Festival de México 2010
¡Déjate transformar!