martes, 1 de marzo de 2011

Hitler en el corazón, Noé Morales Muñoz




Pocas cosas tan antinaturales como la muerte joven; a la cauda previsible de dolor por la pérdida se suma el cúmulo de proyectos cancelados y de alternativas que se sepultan junto con el cuerpo del caído en desgracia. ¿Pero qué sucede cuando quien se va goza de los favores y de los perjuicios de la exposición mediática? ¿Qué tanto puede desatarse tras el fallecimiento de alguien que, sin desearlo, encarna la serie de proyecciones, expectativas y connotaciones que la sociedad deriva en la plutocracia pública acaso por incapacidad para hacerse cargo de las suyas propias?



Hitler en el corazón nació de ese impacto por la manipulación mediática ante la muerte de un joven señalado como ejemplar, inserto en la maquinaria despersonalizante del deporte profesional. El texto quiere ser un examen crítico de los mecanismos de manipulación de los medios electrónicos en esta época de cumplimiento de las teorías baudrillardianas más radicales sobre los costos de habitar la gran pantalla global. Estructurado a la manera de los movimientos de refracción de un lente, cada uno de sus tres episodios se aleja paulatinamente del sujeto que detona el relato y se concentra en un estadio cada vez menos íntimo de su estrato de realidad: de las intrigas de su alcoba, pasando por la fragilización de los rostros visibles de los medios de comunicación que lo han encumbrado, hasta mostrar la irrupción de la violencia más oblicua, más irreflexiva, más impensada, pero siempre latente en los rituales adyacentes al futbol y su cauda de desenfreno tribal.

La puesta en escena ha partido la certeza de que la característica más peculiar de la dramaturgia es que su protagonista nunca aparece para conquistar otra certeza: habría que articular un relato sobre la ausencia y sobre la manera en que por fuerza de factores complejos se hace presente. Habría que repensar e indagar en las muchas formas con que representamos la ausencia. La puesta, entonces, pretende ser un estudio sobre las muchas representaciones del fantasma.

Desde luego que el proceso nos descubrió otras vertientes afines de exploración: las espirales concéntricas del deseo, los estadios crepusculares de la acedia, las dimensiones materiales de la añoranza, las formas de incubación y manifestación de la violencia en esta etapa de la modernidad. Un caldo de inquietudes temáticas que encontró resonancia en la idea de investigar en las posibilidades de los rincones generalmente subutilizados del edificio teatral; decidimos que, lejos de construir un dispositivo escénico, queríamos evidenciar la potencia atmosférica natural de cada uno de esos espacios excéntricos, sin intervenirlos sobremanera. La puesta en escena será entonces un recorrido por la comisura del teatro, por ese territorio liminal que, como ese futbolista del que todos hablan y nadie ve, es también decididamente fantasmal.

Nada de esto que ahora ha tomado volumen concreto en la escena hubiera sido posible sin el apoyo del fmx - Festival de México, que en contubernio generoso con Editorial Expansión decidieron otorgar al suscrito el Premio Chilango – fmx 2010, lo que eventualmente se tradujo en una coproducción, a la que se sumaron la Coordinación Nacional de Teatro del INBA y Teatro Línea de Sombra, una de las compañías mexicanas de teatro con mayor y más congruente compromiso con la experimentación escénica. A ese espíritu y a esa confianza quiere responder este montaje. Y como tal se dispone a todo aquel que desee inmiscuirse en este itinerario por ciertos rincones, teatrales y emotivos, sobre los que pocas veces ponemos luces. Gracias y así sea.


Noé Morales Muñoz