lunes, 7 de marzo de 2011

LAMB, LA DANZA COMO PROVOCACIÓN

por Hayde Lachino




LAMB, es una obra que surge del encuentro entre un coreógrafo australiano y una compañía mexicana de danza contemporánea radicada en Tijuana, Lux Boreal. Todos ellos provienen de lugares en donde los cruces culturales son parte del cotidiano, lo que permite una mayor apertura a lo otro. LAMB es una obra comisionada por el Festival de México con el claro objetivo de propiciar encuentros creativos que contribuyan a enriquecer las propuestas estéticas de los artistas involucrados.

Phillip Adams es considerado como el más destacado coreógrafo australiano contemporáneo, su trabajo se caracteriza por una alta sofisticación y un leguaje único, con una propuesta estética absolutamente personal que raya en lo barroco. Durante su estancia en Nueva York entró en contacto con la danza postmoderna norteamericana, lo cual es una veta importante de la que se ha nutrido su trabajo posterior. De regreso en Australia formó su propia compañía, BalletLab. Cuenta con importantes premios, otorgados por la crítica especializada de su país. Su obra coreográfica se ha presentado en los más destacados festivales y foros del mundo.

Phillip Adams tiene una fascinación por los objetos y sus sonoridades, sus coreografías oscilan entre la pureza del movimiento, la perfección y un mundo al borde del caos, metáfora de nuestro tiempo. El sonido en sus obras tiene un valor importante, tanto el que surge del cuerpo al moverse como el que se provoca con la manipulación de los objetos que están en el escenario. Le interesan los conflictos latentes en las relaciones humanas y sus puestas en escena parten de su fascinación por relatos provenientes tanto del cine, como de la literatura.
En su lenguaje de movimiento encontramos una mixtura de tradiciones corporales, un espacio en donde lo diverso adquiere coherencia. En sus obras hace uso de formas dancísticas como clásico, romántico, barroco o danza contemporánea; todas ellas al servicio de un concepto contemporáneo de la representación.

Las escenas que construye Adams, son inquietantes, llenas de imágenes que dejan un profundo impacto en el espectador. Si bien las obras están construidas en base a una clara línea argumental, ello no significa causalidad ni linealidad, por el contrario se trata de construcciones narrativas complejas en donde lo onírico y lo surrealista se hacen presentes; en su trabajo el poder de la imagen es central.

Al trastocar las nociones de la representación, necesariamente se altera la relación con el espectador, por ello en LAMB la interacción del público con la obra es importante.
Por su parte Lux Boreal forma parte de un interesante movimiento dancístico que se observa en diferentes puntos de México, en donde compañías de danza son integradas por jóvenes y talentosos coreógrafos y bailarines que están transformando la dinámica de la danza nacional. Un punto de encuentro con Adams tiene que ver con el uso de los objetos en la escena para investigar otros posibles usos y sacar a flote otras significaciones latentes.

Lux Boreal es la ventana a través de la cual Adams atisba a toda una cultura del movimiento y el cuerpo, presentes en un lugar tan sui generis como Tijuana. Australiano y mexicanos son hijos de su tiempo, son producto de múltiples hibridaciones culturales encarnadas en su propio ser escénico. Tradición y vanguardia son convocadas en el presente trabajo.




LAMB cuestiona el sentido actual de la religión, reflexiona sobre la mortalidad, el perdón y la muerte, es una obra irreverente ante la cual no es posible una actitud pasiva, es la apuesta por un arte que nos provoca y que por tanto, nos moviliza.



Lamb
(México, Australia)
Lux Boreal
Phillip Adams, coreógrafo
Sala Miguel Covarrubias,
20:00 hrs
$100 y $150

miércoles, 2 de marzo de 2011

EL GRAN CONTINENTAL, EL PODER SOCIAL DE LA DANZA

por Hayde Lachino


La danza está en todas partes, no hay cultura humana en donde no sea central como elemento cohesionador, dador de identidad. La danza es una experiencia totalizadora, a través de ella los individuos nos conectamos con los otros y con el misterio de la vida; pero también con el gozo, con la dicha que provoca saberse cuerpo, pensamiento, movimiento.

La danza es la vivencia simbólica de nuestra corporalidad. Al bailar celebramos lo que a través del cuerpo nos llega como idea de vida, tenemos una experiencia concreta de nuestro estar en el mundo.



Sylvain Émard. Foto Angelo Barsetti



La primera versión de Le Grand Continental fue co-producida por Sylvain Émard Danse y el Festival TransAmériques, uno de los más prestigiados festivales de danza del mundo. Para la realización de esta nueva versión en nuestro país, el coreógrafo Sylvain Émard y Mariana Artega, coordinadora general del proyecto, se fueron a caminar por las calles del Distrito Federal a ver cómo bailamos sus habitantes, cómo nos movemos y conmovemos. El resultado es una puesta en escena en donde participan apenas unos pocos bailarines profesionales y alrededor de 100 bailarines amateurs de todas las edades, condiciones sociales, colores y sabores, todos ellos voluntarios, que participan en la coreografía por el gusto de bailar, de moverse, de ponerle corazón a una obra que nos recuerda el poder social que tiene la danza.

En sus inicios Sylvain Émard trabajó con los coreógrafos Jean-Pierre Perreault, Louise Bédard y Jo Lechay; los dos primeros son pioneros indiscutibles de la danza independiente en Quebéc. En El Gran Continental encontramos importantes conexiones con las preocupaciones estéticas de la danza canadiense: por una parte el gusto por trabajar con grandes colectivos; un interés porque la danza se conecte con las preocupaciones sociales vigentes en el entorno y un búsqueda en nutrir los códigos establecidos de movimiento con danzas de diferentes culturas, aquí se incluye una aguda mirada hacia la danza de las urbes.



Foto: Robert Etcheverry


“El Gran Continental es de una alegría humanista profunda y durable”, escribió una participante de la obra en Canadá, así en este proyecto se confirma que al bailar retornamos a lo mejor de nuestra humanidad, al gozo y a la alegría de vivir. 

Un cuerpo que se mueve conquista la utopía del placer y la libertad. Al bailar establecemos un diálogo con las partes más íntimas y profundas de nuestro ser, desde este lugar nos encontramos con el otro y transitamos por el mundo. El Gran Continental es un documento vivo de la idea contemporánea de cuerpo en movimiento y sobre todas las cosas, del potencial social del arte.






martes, 1 de marzo de 2011

Hitler en el corazón, Noé Morales Muñoz




Pocas cosas tan antinaturales como la muerte joven; a la cauda previsible de dolor por la pérdida se suma el cúmulo de proyectos cancelados y de alternativas que se sepultan junto con el cuerpo del caído en desgracia. ¿Pero qué sucede cuando quien se va goza de los favores y de los perjuicios de la exposición mediática? ¿Qué tanto puede desatarse tras el fallecimiento de alguien que, sin desearlo, encarna la serie de proyecciones, expectativas y connotaciones que la sociedad deriva en la plutocracia pública acaso por incapacidad para hacerse cargo de las suyas propias?



Hitler en el corazón nació de ese impacto por la manipulación mediática ante la muerte de un joven señalado como ejemplar, inserto en la maquinaria despersonalizante del deporte profesional. El texto quiere ser un examen crítico de los mecanismos de manipulación de los medios electrónicos en esta época de cumplimiento de las teorías baudrillardianas más radicales sobre los costos de habitar la gran pantalla global. Estructurado a la manera de los movimientos de refracción de un lente, cada uno de sus tres episodios se aleja paulatinamente del sujeto que detona el relato y se concentra en un estadio cada vez menos íntimo de su estrato de realidad: de las intrigas de su alcoba, pasando por la fragilización de los rostros visibles de los medios de comunicación que lo han encumbrado, hasta mostrar la irrupción de la violencia más oblicua, más irreflexiva, más impensada, pero siempre latente en los rituales adyacentes al futbol y su cauda de desenfreno tribal.

La puesta en escena ha partido la certeza de que la característica más peculiar de la dramaturgia es que su protagonista nunca aparece para conquistar otra certeza: habría que articular un relato sobre la ausencia y sobre la manera en que por fuerza de factores complejos se hace presente. Habría que repensar e indagar en las muchas formas con que representamos la ausencia. La puesta, entonces, pretende ser un estudio sobre las muchas representaciones del fantasma.

Desde luego que el proceso nos descubrió otras vertientes afines de exploración: las espirales concéntricas del deseo, los estadios crepusculares de la acedia, las dimensiones materiales de la añoranza, las formas de incubación y manifestación de la violencia en esta etapa de la modernidad. Un caldo de inquietudes temáticas que encontró resonancia en la idea de investigar en las posibilidades de los rincones generalmente subutilizados del edificio teatral; decidimos que, lejos de construir un dispositivo escénico, queríamos evidenciar la potencia atmosférica natural de cada uno de esos espacios excéntricos, sin intervenirlos sobremanera. La puesta en escena será entonces un recorrido por la comisura del teatro, por ese territorio liminal que, como ese futbolista del que todos hablan y nadie ve, es también decididamente fantasmal.

Nada de esto que ahora ha tomado volumen concreto en la escena hubiera sido posible sin el apoyo del fmx - Festival de México, que en contubernio generoso con Editorial Expansión decidieron otorgar al suscrito el Premio Chilango – fmx 2010, lo que eventualmente se tradujo en una coproducción, a la que se sumaron la Coordinación Nacional de Teatro del INBA y Teatro Línea de Sombra, una de las compañías mexicanas de teatro con mayor y más congruente compromiso con la experimentación escénica. A ese espíritu y a esa confianza quiere responder este montaje. Y como tal se dispone a todo aquel que desee inmiscuirse en este itinerario por ciertos rincones, teatrales y emotivos, sobre los que pocas veces ponemos luces. Gracias y así sea.


Noé Morales Muñoz